Las apariciones de esta terrible criatura fueron célebres incluso del otro lado del Atlántico. Los relatos que Hernán Cortés compartía a través de sus escritos a la Nueva España, causaban asombro y miedo en el viejo continente: El Ahuízotl .
Vivía en las inmediaciones del lago de Texcoco, aunque su fama se extendía a cualquier ubicación donde hubiera ríos y lagunas. Era una de las bestias más temidas dentro de la mitología de los pueblos prehispánicos.
Era descrito como un monstruo acuático con tamaño y forma de coyote pero con manos y pies de mono, orejas puntiagudas y cubierto de pelaje gris oscuro. Fuera del agua su pelaje se apelmazaba en mechones que semejaban espinas y por las que recibe su nombre en náhuatl a(toyatl) significa “río” y huiz(tli) “espina”. Tenía una cola muy larga y la cual utilizaba para apresar a quien era atrapado, ahogándolo por invadir su territorio.
Los pescadores de aquella época contaban que el Ahuízotl tenía una manera muy singular de atraer a su presa. Lloraba como un bebé y cuando el pescador, se acercaba a investigar motivado por la curiosidad, una especie de mano o garra lo jalaba para desaparecer en el fondo del agua.
La leyenda cuenta que muchos marineros bajo el mando de Hernán Cortes, desaparecieron bajo la influencia del Ahuízotl y se dice que uno de los motivos por el cual, mandó a secar el lago, fue en gran medida, para desaparecer aquel terrible mal que parecía no tener solución. Y parece que funcionó. Hasta la fecha no han vuelto los reportes de ataques similares.